Saariselkä, feb.2013
¿Quién diría que es nieve? Pareciera que un lento banco de de pececillos blancos nadase entre las ramas de los árboles. No tienen rumbo fijo, y sin embargo no
se estrellan contra los vidrios, ni colisionan entre ellos en ningún momento.
Algunos suben como ceniza, y otros bajan en diagonal. Pasean impunemente ante mi
nariz, bajan en vuelo rasante hasta dejarse caer en mis manos y se desvanecen en segundos. Caen como arena en el
agua. Se dejan llevar perezosos en lentos remolinos congelados, se posan en el
suelo a descansar, y de fondo surcan el aire violentos y en desorden, arrastrados
con furia por el vendaval, pero de cerca los ves, y van y vienen y vienen y
van, pausados, tan suaves.
Son diminutas y perfectas formas estrelladas en mi bufanda,
son la rabiosa corriente que comba las copas de los pinos allá en el
cementerio. Nadie los ve caer pues son tan blancos como el cielo, quizá nazcan
del árbol gris deshojado que vive frente
a mi ventana…
Algunos, exhaustos, comienzan a formar un pequeño horizonte blanco
en el borde del cristal. Desde su atalaya contemplan a sus hermanos danzar. Sus
vuelos acrobáticos. ¿De qué dirección sopla el viento? En días como hoy nadie
podría decirlo. Cada vez bailan más rápido, cada vez se escuchan más pasos y
risas por los pasillos, cada vez hay más nieve ahí abajo. Cada vez tengo menos
ganas de seguir escribiendo…
Y cuando un proyectil blanco estalla en mi cristal lo dejo
todo y corro a por el abrigo.
2 comentarios:
Es muy entretenido visualizar el espectáculo de la nieve cuando estás a buen recaudo.
Por tu culpa tengo mono de nieve :)
¡Se agradece turegreso! :D
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