8 de junio de 2011

El cuento de los espejos

            Erase una vez, hace mucho, mucho tiempo, un hermoso y próspero país gobernado por un mago. Sus habitantes convivían en paz, nadie pasaba hambre y el Gran Mago era sabio y magnánimo con todos, amado por sus súbditos, pero también el más temido de sus enemigos.

          Al norte de este reino se hallaba la ciudad duende. Famosos por su condición tramposa y traicionera, los duendes eran expertos de la farsa y el engaño. Maestros cristaleros cuyos espejos, según se contaba, estaban encantados con malas artes. Nadie, ni siquiera los más valientes se aproximaban a aquella ciudad.

          Los duendes odiaban a muerte a los sureños. Siglos atrás, su especie fue relegada al norte en una cruenta guerra, y ningún intento de reconquistar las tierras del Sur dio sus frutos. El frío de los edificios de cristal en que habitaban hacía de ellos un pueblo débil y enfermo. Los inviernos eran más temidos que la Parca, y sólo el poderoso hechicero del Sur los disuadía de intentar otro ataque.

            Pero sucedió un día que nuestro buen mago cayó gravemente enfermo de sueño. Los médicos se afanaban día y noche en hallar cura a sus males y el reino entero aguardaba ansioso su recuperación, pero la terrible dolencia le impedía despertar de sus pesadillas. Éste fue el momento escogido por los duendes para atacar.

            Una noche sin luna, los muros de la ciudad cayeron derribados por poderosas máquinas de guerra. Sin piedad, los duendes mataban a todo aquel que se cruzase en su camino. La sangre corría calles abajo, se oían gritos en las casas, el ganado escapó embravecido. Quemaron los pastos, las cosechas y los tejados. Derribaron puentes y acueductos, mataron a cientos de personas indefensas en unas pocas horas. Cuando el ejército logró reaccionar y organizarse, los terribles duendes ya huían con las primeras luces del amanecer.

            Durante aquel día el caos reinó en la ciudad, pero por la tarde el Sur estaba preparado para un nuevo ataque. En la segunda noche de asalto sorprendió a los duendes la fortísima resistencia del reino. Apostados en las almenaras del castillo, poderosos hechiceros venidos de todos los lugares del mundo conjuraban encantos contra todo aquel que atravesase las derruidas murallas. El ejército defendía sin compasión la ciudad a golpe de espada. Los juglares cantarían siglos después las proezas que en esta batalla tuvieron lugar.

            Como era de esperar, muy de mañana la lucha estaba ganada. La retirada de los duendes desató los gritos de júbilo de la ciudad entera, y el alboroto logró incluso despertar al mago dormido, que pronto se puso a la cabeza de su ejército. A la mañana siguiente, los reinos del sur unidos emprendieron una marcha hacia el norte. Al frente de ellos, el Gran Mago despejaba el camino, apartando ríos y bosques, y protegiéndolos a todos de las fuertes nevadas que perpetuamente azotaban el reino duende.

             Cuando llegaron, encontraron las puertas de la ciudad de cristal cerradas a cal y canto. Dentro se veía a los duendes corriendo nerviosos de un lado para otro, preparándose para la guerra. Pero los malvados duendes no contaban en absoluto con que el mago ya estaba curado y se hallaba entre los atacantes. Por eso, su pavor fue mayúsculo al ver cómo las brillantes murallas de cristal se resquebrajaban entre horribles crujidos y chirridos. Su ciudad sucumbió en cuestión de minutos ante el poderosísimo encantamiento del Mago del Sur.

            No obstante, el gran Mago decidió mantener con vida a los duendes. Como castigo por todas sus maldades, encerró a cada uno en un fragmento de cristal, en un trozo de lo que quedaba de la ruinosa ciudad.

           Es por eso que, hoy en día, vemos auténtica magia al mirar a través de ciertos cristales. Los colores se funden entre sí, aparecen formas nuevas, las imágenes se duplican y bailan cuando las hacemos girar. Probablemente tengamos en nuestras manos los vestigios de aquella ciudad, dentro de los cuales hay un duende haciendo de las suyas.

           Lógicamente, esto sólo pasa con algunos cristales. No obstante, es recomendable ser cuidadoso y atender el dicho de que romper un espejo son siete años de mala suerte. Porque, quién sabe, quizá alguna vez hayamos dejado escapar algún duende sin querer…

12 comentarios:

Batspilberg dijo...

Es una buena forma de buscar origen a esa superstición ^^ ¿Sabes? Parece una bien tejida mezcla entre el señor de los anillos y Willow :P Me gussstaahhh
Así que dime.. ¿te inspiraste en algo?¿es algo a lo que ya dieses vueltas hace tiempo?¿o es una idea feliz?
A lotof besacos artista!

Batspilberg dijo...

eh! ahora no pone mi nombre :S

Anónimo dijo...

tienes mucha imaginacion, y de la buena! nos vemos :)

Nítsuga Sotso Anibor dijo...

Me ha gustado.
Te recomiendo encarecidamente que veas la serie "Juego de tronos" y leas mi cuento, que algo de parecido tiene.
http://elviajeintimodelalocura.blogspot.com/2011/04/siete-fuegos.html

MariCari dijo...

A ver Pilar... supongo que andas con los exámenes... vine y lo leí... tienes poco tiempo... no quise ponerte el comentario... eso se ha notado... creo que tienes que trabajar más este cuento... lo siento pero no estoy totalmente satisfecha... lo has lanzado a la blogsfera muy rápido... y mira que puede ser bueno!!! Venga... pon más empeño!!! ya sabes que me encanta tu imaginación... no sé eso de que los duendes eran débiles y enfermos por el frío y sin embargo no cesaban en su intento de luchar contra el sur... no lo acabo de ver!!! Y la parte de poderosos hechiceros venidos de todas las partes del mundo... cómo llegaron raudos en un solo día o acaso sabían que iban a atacar los duendes... en fin, al final me dan pena los duendes!!
Bss...

Xavi R. dijo...

Buenas, xarossell.blogspot.com está inutilizado dsde hace un mes, te recomiendo xrossell.blogspot.com, que es con el que trabajo ahora =)

pd: buen blog, te leo =)
sigue así

saludos

X

Leprechaun dijo...

Vaya! nos hemos puesto de acuerdo en el hecho de fantasear...! Muy buena la historia Pilar, cuando vuelva a mirar en los espejos lo veré con otros ojos, buscando aquellos duendes granujas...!!!

Xavi R. dijo...

De Badajoz, Badajoz???
=)

ya te buscaré... =)

Unknown dijo...

que bonito!!
que arte tienes escribiendo....

Inventario dijo...

hahaha =)
Me ha gustado mucho =)

Aunque me dan ganas de coger un bate, y comprobar si tu teoría es cierta, a lo largo de toda la ciudad.

¡SOLTAD A LOS DUENDES!

oceano dijo...

ARTISTAAHH!!!
me a encantado!!!

juan kubicki dijo...

Buenisimo, cuantos años tienes¿?
Dios que imaginacion.