22 de diciembre de 2009

Cuéntanos

Cuéntanos historias de tiempos pasados, cuando la luna reinaba sobre el mundo, y los ríos sabían hablar.

Cuéntanos aquello de las tres hermanas que sentadas a tejer un largo chal, descubrieron que el ovillo de lana era inagotable. Aún siguen sentadas, tejiendo.

Cuéntanos la leyenda de la cinta del sol, que los duendes le robaron para llevar colores al mundo, y con el trozo sobrante fabricaron el arcoíris.

Cuéntanos el cuento de Lluvia, la hija del viento. Cansada de las rabietas de su padre, lloraba y lloraba hasta que su hermana Calma la tranquilizaba cantándole nanas de silencio.

Cuéntanos cómo la princesa perdió al sapo, que, despechado, formó una familia con una linda ranita que pasaba por allí.

Cuéntanos el mito de cómo una estrella, cansada de orbitar, se dio un chapuzón en el océano. Allí se enamoró de una ballena, y decidió quedarse a vivir en las profundidades marinas. Sus descendientes pueblan hoy los mares.

Cuéntanos cómo el escritor se vio convertido en otra persona de la noche a la mañana, al terminar su autobiografía ficticia.

Cuéntanos el chiste de la luciérnaga que parpadeaba. Un día un pájaro le dio un buen susto, y el hipo se le pasó de golpe y porrazo.


Cuéntanos el cuento del castillo en las nubes, desde el cual sus habitantes vigilan a los de la tierra, y fabrican historias que los de allí abajo sueñan cada noche.

Cuéntanos la historia de la abeja torpe. Su miel era amarga, y fue expulsada de la colmena. Murió de hambre y frío, acurrucada bajo una hoja seca.

Cuéntanos aquello de que un día el Fuego invitó a la Lluvia a cenar. Ella pensaba que era una trampa para derrotarle, así que llevó de postre enormes nubarrones negros, que dejaron al pobre Fuego en ascuas.

Cuéntanos historias de tiempos remotos, cuando el Cielo aún no era azul, sino luminoso; y cómo se fue oscureciendo a medida que se le caían las estrellas fugaces.

Cuéntanos por qué la pobre Bruja tenía su casa tan sucia. Las malvadas Hadas le rompían la escoba siempre que tenían ocasión.


Cuéntanos cómo la estilográfica comienza a veces a escribir sola. El escritor sigue llamando a eso “inspiración”, y termina firmando con su nombre, y tirando la vieja pluma a la basura.

Cuéntanos historias. Cuenta algo, lo que sea. Sólo queremos oírte hablar. Sólo queremos olvidar la realidad. Sólo queremos soñar.

1 comentario:

Cedric Chaotic dijo...

Lo leí lo he leido en el periódico y vuelve a gustarme la manera en la que escribes, por cierto la última imagen es todo un acierto..me encanta(LL)

muaá